Y un breve comentario sobre fractales
La revolución que permitió la electrónica de estado sólido y
los circuitos integrados, que popularizaron a mediados de los 70 las
calculadoras primero y un poco más tarde las computadoras personales, hasta su
empleo masivo en los 90, fue la de transferir hacia las máquinas no ya el
esfuerzo físico sino el mental. Las tareas repetitivas y principalmente todos
los cálculos matemáticos los podíamos transferir a una máquina y despejar la
mente para actividades más creativas, imaginativas y aleatorias.
Antes de esta posibilidad, era de suma importancia estar
ejercitando la cabeza para ejercicios matemáticos que, como era de esperar,
pasaron a gravitar menos. Eso produjo un efecto que podríamos calificar de
negativo. Hoy veo a un almacenero tener que recurrir a su calculadora para
efectuar una suma que a los que nos criamos en épocas previas a las
calculadoras nos parece de una elemental sencillez.
Pero el lado positivo de esta revolución es que, bien
aplicada, podemos modelar con ecuaciones, fórmulas y procesos sucesivos
diversos (inducción completa) distintas realidades que antes no entusiasmada
hacer por la complejidad de los cálculos involucrados. Hoy esa complejidad
queda en manos de un aparato que lo puede resolver en tiempo real, lo que abrió
abanicos de alternativas y posibilidades.
Un ejemplo de esto es la desaparición completa de las viejas
"tablas de logaritmos". Eran libros que debíamos comprar y aprender a
usar para calcular en ese submundo de las matemáticas tan indispesables para
muchas actividades.
En mi especialidad, el diseño de máquinas eléctricas
-motores, transformadores, generadores- todo texto publicado previo a la
masificación de computadoras incorporaba una serie de gráficos, curvas y tablas
de valores. Esto era para evitar caer en fórmulas complejas que llevarían horas
resolver, papel y lápiz mediante y usando las ya desaparecidas "reglas de
cálculo".
Mi primer acceso a una calculadora "programable"
fue una Casio que tenía 1Kb. Así como se lee. Podía ingresar 1000 bits de
información. Esto permitía un cálculo mediano, uno solo, de una decena de
pasos, por ejemplo. Pero en 1995, en mi trabajo en un ingenio, pude acceder a
una pc de las modernas y trabajar en DOS. Y de inmediato empecé a usar la
planilla de cálculo. Era una Lotus 123, la versión DOS de lo que luego sería
Excel. Y lo primero que hice fue una planilla de diseño de un transformador. Y
de inmediato descubrí que las curvas y tablas de valores, tan indispensables
para el cálculo manual, aquí era un inconveniente. Porque requería interrumpir
el proceso de cálculo y obligar al operario a consultar la curva, obtener el
valor, ingresarlo a la planila y continuar. Un embole, un impedimento mayor en
el proceso de delegar en la máquina el cálculo. Así que me tuve que internar
nuevamente en la teoría que dio lugar a los diseños. Volver a visitar a
Faraday, a Maxwell, a Fourier, a Gauss. Y perderle el miedo a las ecuaciones, a
las fórmulas y todo eso que ralentizaba o llegaba a ser inviable -por el tiempo
requerido- el diseño y escribir la sucesión de pasos matemáticos, engarzando
cada uno para darle continuidad. Y cuando todo estaba expresado en varias
páginas del cuaderno, traducir todo eso en pasos de una planilla Excel y que
del kilombo se encargue el CPU. Yo quería ver los resultados. Las primeras
planillas en Lotus123 las confeccioné en 1995-96. Para 1997 tenía mi primera pc
en casa, bajo Win95 y con Excel. Me costó un rato pasar todo al nuevo software,
pero a partir de ahí los fui perfeccionando los métodos y hoy dispongo de más
de 100 planillas autóctonas para el cálculo de distintos tipos de máquinas y
elementos electromagnéticos. Si hoy tuviera que hacer a mano un diseño, como
era mi costumbre hasta fines de los 90, tendría que hacer un esfuerzo de
memoria importante. He delegado casi todo en las pc. Hoy un cliente me está
pasando por su celular los datos que necesita mientras yo tipeo la información
en la planilla y para cuando termina de hablar yo tengo no solo todas las
características de lo que me pidió sino el precio también. La planilla
incorpora los costos de los elementos involucrados, que yo debo renovar mes a
mes -por el nivel de inlfación en pesos o por la volatilidad de costos en
dólares de los insumos- y al completar el diseño físico del dispositivo
encargado y en función de su complejidad constructiva, la planilla Excel me
entrega un precio sugerido de venta.
Nunca más una tabla o gráfico. Cosas del pasado.
Pero no es tan así. El cambio que eso me significó no fue
algo que se universalizó de inmediato. Pendiente de las tendencias mundiales,
periódicamente surfeaba la web en busca de las actividades de mis colegas
diseñadores. Y así descubrí, a fines de los 90, a un coronel del ejército de
USA e ingeniero que diseñaba transformadores para la NASA. Así como te digo.
Trabajaba 6 meses en el JPL de Pasadena, California, diseñando transformadores
para satélites y naves espaciales, y los otros 6 meses recorría el país dando
charlas y capacitaciones.
Genial, pensé, aquí aprendo algo y me pongo al día
tecnológicamente. Le compré el libro y nos pusimos en contacto vía mail. Al
recibir su libro, un manual tapa dura muy bien editado, grande, con márgenes
generosos que me permitían escribir comentarios y garabatos diversos, noto de
inmediato la proliferación hasta obscena de tablas y gráficos. El hombre,
bastante mayor que yo, nunca hizo esa transformación digital. Y a pesar de
promocionar su libro como aportando conceptos revolucionarios como un famoso
índice que es la 5ta potencia de una dimensión que a mí me intrigaba
totalmente, vengo a descubrir una colección de errores conceptuales y bastante
groseros en el campo básico del electromagnetismo y la energía. Le hice las
observaciones de la manera más cauta y educada posible, luego de recibir mails
suyos muy condescendiente del tipo "yo te sacaré las dudas que
tengas". El veterano coronel se disgustó bastante y poco después
interrumpió por completo el intercambio. Que un sudaka de un pueblo perdido le
señale errores, encima importantes, era demasiado, parece.
Ayer un amigo me señaló como gran limitación mía no dominar
el campo de los fractales. Este proceso, introducido originalmente por Euclides
allá por mediados del siglo 4 AdC, en pleno apogeo de Grecia, es el camino
inverso. Es graficar procesos matemáticos complejos, caóticos e irregulares. Esta
opción geométrica de procesos matemáticos era útil a los griegos que eran
maestros en la geometría y no tanto con los números -comparado con los persas,
por ejemplo- en la antigüedad. Y la geometría eculediana fue rescatada y
aggiornada como método por el matemático Benoit Mandelbrot en la década de 1980,
justamente porque ahora podía ser útil a diversas disciplinas gracias a la
computación. Y así procesos caóticos como la meteorología, fenómenos telúricos
y hasta variaciones financieras podían ser visualizadas mejor con esta técnica,
la de fractales. Siempre una imagen ilustra más que mil palabras. Para mi
campo, sin embargo, es mejor la imagen como resultado y no como proceso.
Bien encaré este nuevo método de cálculo, en 1995, arranqué
con la redacción de un libro donde iba describiendo lo que yo estaba haciendo y
dándole la forma de un manual de diseño. Lo bauticé "Nuevos Criterios en
el Diseño de Pequeños transformadores". Lo dejé bastante avanzado, pero
nunca lo terminé. Por una razón algo mezquina pero también profesional. Yo
estaba dando forma a la fábrica de transformadores y mi capacidad de diseño, y
diseño de precisión como era este método, era mi principal ventaja competitiva
en mi zona de influencia y, con el tiempo, el país y la región. Ahora, ya
consolidado como fabricante y diseñador, alcanzada hace rato mi altura de
crucero, no tengo esos temores y riesgos. Y además, ahora me propuse disponer
del tiempo libre suficiente para terminarlo. Con el siglo nuevo sospechaba que
eso de "Nuevos Criterios" iba a pasar de moda y en breve de nuevo no
iba a quedar nada. Pero hoy, a más de 25 años de concebido el libro, todavía no
está popularizado esto de replantear todo el proceso para no requerir alguna
tabla o curva. Así que aún le encuentro sentido. Y ahora gracias a los nuevos
formatos, no esperaré a tenerlo 100% completo. Lo iré subiendo por partes e
intentaré durante 2022 completar los 11 capítulos en que se divide.
Tuve muchos maestros y excelentes docentes y colegas que me
permitieron convertirme en lo que soy. Uno en particular, que recuerdo con
mucho afecto, es Roberto Garat. Yo acostumbraba visitarlo fuera de las horas de
clase en el Depto de Potencia, en la UNT. Y nos pasábamos horas charlando. Yo
intentando sacarle toda la información posible, muy generoso el hombre. El
núcelo duro de lo que fue formación profesional se basa en sus enseñanzas. Yo
le contaba las cosas que estaba haciendo. Y casi nunca hacía comentarios. Me
daba la impresión que no le interesaba, o que le parecían cosas triviales. La
última vez que lo vi, estábamos ya despidiéndonos en el pasillo, en la puerta
de Potencia y se acerca caminando otro docente. Garat lo detiene y me
introduce. Y le dice a su colega: "aquí Corvalán está dedicado a un área
de nuestra disciplina que en la Universidad tenemos completamente
descuidada". Y le contó en breves palabras pero de manera muy concreta
todo lo que yo le había contado en los últimos meses. Había prestado bastante
atención a lo mío. Fue una vivencia que me impactó y que no olvido. Me afirmó
que no todo lo hecho fue al pedo.