domingo, 13 de abril de 2014

THE BLUES
Capítulo II

Como mencioné en el capítulo I, el blues se reconoce, por la mayoría de los autores, como surgiendo en la década de 1890 en las zonas rurales empobrecidas del sur. Retrocediendo desde 1890, la influencia de las raíces africanas y la memoria de la esclavitud en la  estructura musical del blues es motivo de especulación y es donde los estudiosos empiezan a desencontrarse.
Vamos a ir avanzando en sentido contrario, siguiendo el relato cronológico para que los lectores puedan darse una idea válida y personal sobre las posibles interpretaciones y así sacar las conclusiones que mejor concuerden con las propias sensaciones que este género despierta en cada uno.

LA RAZA

Independientemente de las controversias, es innegable que el blues es una forma de arte afro-americana. Y el análisis y el estudio de la historia del blues deben empezar por el tema racial. Algunos estudiosos insisten en que debe empezar y terminar en el tema de la raza. Vamos caminando la historia, retomando donde quedamos en el capítulo I.
El flujo de esclavos, que como mencionamos, comenzó en 1619 y siguió hasta bien entrado el siglo XIX. La historia norteamericana gusta mencionar el 1° de enero de 1808 como el fin de la trata de esclavos, porque ese día entró en vigencia la ley que prohibía la importación de personas con ese fin. Ley que fue fácilmente burlada por años, ya que la única autoridad de aplicación de la ley era la minúscula flota que USA tenía para ese entonces y los traficantes no tenían demasiados problemas en introducir a la gente proveniente de Äfrica por diferentes puertos ilegales. Y el comercio doméstico seguía de forma abierta por todos los estados del sur, donde la posesión de esclavos era legal. Así se comprueba en este aviso de 1829.


Aviso en Periódico anunciando
            la subasta de Esclavos en 1829, junto con arroz, agujas,
libros, cotillón y otros menesteres 

Lo importante de 1808 y de esa ley federal en particular, es que habilitaba a los estados a dictar leyes prohibiendo la esclavitud, cuya legalidad hasta entonces estaba protegida por la Constitución de los Estados Unidos. Así empezaron los estados del norte uno por uno a abolir la esclavitud y generando la diferencia que llevaría finalmente al sur a declararse independiente en 1860, luego del triunfo en las urnas de Abraham Lincoln.
Este flujo de cientos de miles de africanos durante más de dos siglos produjo con los años y las generaciones lo que a nosotros nos gusta llamar un “crisol” cultural donde confluyeron culturas africanas de diversas regiones y la variada cultura europea, sumada a las danzas campestres y baladas que ya se escuchaban entre los campesinos blancos. Todo esto, sumado al analfabetismo impuesto por los patrones a los esclavos que dejó escaso o nulo registro de sus actividades culturales, es lo que asombra y confunde a los estudiosos de las raíces musicales del blues.
Pero es innegable la raíz africana del blues. La inevitable mezcla e influencia de la cultura blanca en el desarrollo posterior que desemboca en el blues que conocemos hoy también es el germen que hace del doble sentido y del mensaje encriptado una constante dentro del género. En el sur profundo, donde la esclavitud tenía su epicentro, el canto del esclavo era motivo de confusión para los dueños de las plantaciones. Algunos lo estimulaban como estrategia para mantener los ánimos, disminuyendo las fugas y mejorando la productividad de sus esclavos. Mientras otros amos lo prohibían pensando que los dialectos empleados en las letras era una herramienta para pasar mensajes conspirativos entre ellos. Algo de cierto había en esto último y fue el origen del doble sentido en las letras que cantaban los negros cuando el inglés empezó a predominar como lenguaje cuando ya los esclavos eran segunda o tercera generación y los dialectos africanos se fueron perdiendo, no sin antes incorporar palabras, costumbres y personajes a la cultura de las nuevas generaciones.
Estas herramientas culturales les permitían a los esclavos tener un área de desenvolvimiento aislada de las garras de sus amos. Así floreció la música negra y para mediados del siglo XIX ya existían una interesante colección de canciones para acompañar el trabajo en el campo y también, con fuerte influencia europea, una gran variedad de canciones de tipo folclóricas y los famosos “spirituals” o canciones rituales y religiosas, ejecutadas con banjos, violines, flautas e instrumentos de percusión, panderetas, huesos, y cualquier medio al alcance de la mano.

MINSTREL

Quiero mencionar un género que floreció en el siglo XIX hasta el punto de convertirse en la primera expresión artística netamente norteamericana y que es el “Minstrel”. El minstrel es el precursor de lo que más adelante se conocerá como “vaudeville”. Era un género teatral satírico hasta lo grotesco donde actores blancos oscurecidos a fuerza de corcho quemado interpretaban a esclavos negros, exagerando y ridiculizando sus costumbres. Aparte de esa visión racista y segmentada, tendía el Minstrel a mostrar una vida alegre, despreocupada y divertida para los negros en las plantaciones sureñas.
Tan era así que un tema recurrente en los argumentos de los sketches era el negro que liberado o fugado de la plantación, sentía nostalgia por el amo y su vida anterior y no veía las horas de regresar a su “hogar”. Este género arrancó con bastante fuerza en la década de 1830, con grupos viajeros y producciones más bien pobres hasta ir creciendo en calidad, producción y libretos. Una de estas muestras musicales y de baile que tuvo gran éxito fue la obra de Thomas Dartmouth Rice llamada “Jump Jim Crow”, llevando el género del “blackface” o cara negra como se conocía popularmente a estos espectáculos, a un nivel completamente distinto. En la cúspide del éxito de esta obra, un crítico del diario The Boston Post escribió que “los dos personajes más populares de la actualidad son la reina Victoria y Jim Crow”. Tan grabado en el colectivo social quedó el nombre Jim Crow referido al personaje negro de la obra, que a finales de la década de 1870 cuando se empezó a aplicar las normas en el sur que permitían a los bares, hoteles, salas de espectáculo, medios de transporte y prácticamente cualquier lugar público a segregar a los negros, prohibiéndoles la entrada u obligándolos a ubicarse en sectores delimitados para ellos, estas normas pasaron a llamarse “políticas Jim Crow”.
Ya desde fines de la década de 1840 empezaron a aparecer actores negros en estas compañías y en 1855 apareció una compañía formada exclusivamente por actores, cantantes y bailarines afro-americanos. A diferencia de las compañías de blancos, que se promocionaban como muestras de la cultura, música y danzas de origen africano, la mayoría de los estudiosos ponen en duda que la música exhibida en esas muestras haya tenido influencia alguna de esas latitudes. En cambio, los grupos de afro-americanos que empezaron fuertemente a tallar en el mercado del Minstrel al finalizar la guerra civil, a pesar de influenciarse mucho en su contraparte blanco, incorporaron los spirituals y el gospel en los espectáculos, algo que los blancos nunca hicieron. También fueron aporte de las compañías negras los personajes femeninos, algo casi completamente ausente del Minstrel original blanco.
La mayoría del público del minstrel auténticamente negro eran afro-americanos, admirados e identificados con actores de su raza,  pero también blancos interesados en la cultura negra, en particular sus bailes y música y que no iban a poder ver en las compañías blancas de caras negras.
Ciertas compañías alcanzaron tanto éxito que fueron compradas por grandes empresarios blancos de Nueva York, incluso para asociarse con empresas francesas e inglesas y llevar el show por toda Europa. Para fines de siglo este género empezó a declinar, dando lugar al vaudeville, de origen europeo, que empezó su etapa de apogeo como se puede ver luego en las primeras películas de Chaplin y otros grandes directores de principio del siglo XX.
La Compañía de J.H. Haverly's nació como una compañía negra que fue comprada por un empresario blanco y se fue fusionando con otras hasta convertirse en la más grande, llegando a tener más de 100 personajes en el escenario, incluso acróbatas japoneses. Producción costosa, escenografías extravagantes, estos mega-espectáculos de los 1870 fueron sacando del circuito rentable a los grupos más chicos
Lo importante del Minstrel es que llevó una imagen de las peripecias del esclavo a las grandes ciudades del norte. Esto generó al principio una afinidad de clase, siendo el obrero urbano el primero en identificarse con el sufrimiento del esclavo negro de las plantaciones. En la época 1830-1840 estaban surgiendo los movimientos abolicionistas en el norte y esto fue una manera de simpatizar con la causa negra. Pero la insistencia distorsionada del mistral de “cara pintada” en mostrar que el negro era alegre, despreocupado, vago, desordenado, indisciplinado fue tallando otro sentimiento que en muchos casos sobrepasó la simpatía de clase del blanco pobre para convertirse en no ya una cuestión de clase, sino de raza. El trabajador blanco veía al negro como una mala competencia, un ser imposible de adaptar a la vida urbana y una amenaza. Así se identificaba mejor con su patrón blanco que con su colega de sufrimiento negro. Estos sentimientos cruzados, contradictorios, enfrentados y basados en el miedo y el desconocimiento formaron gran parte de la idiosincrasia tan difícil de catalogar que marca al americano medio incluso hasta nuestro presente. Y dentro de toda esa maraña de aspectos sociales, los afro-americanos se fueron abriendo camino, primero como esclavos, libertos o ciudadanos libres dentro de un contexto de esclavitud tolerada y legalizada, o disfrutando de una libertad impuesta por la guerra civil pero dentro de un contexto de odio y fuerte segregación, en particular a partir de 1877, año en que las tropas federales abandonaron el sur de la reconstrucción y dejaron a los negros a merced de sus antiguos amos, que de inmediato pusieron en efecto las normas “Jim Crow” para mantener a los negros en ghettos bastante delineados y fuera de sus ambientes.
Un simple bebedero podía estar regulado
según las razas
gracias a las leyes "Jim Crow"
El dueño de la plantación, para resolver el dilema de la mano de obra, ahora que sus esclavos fueron liberados, recurrió al arriendo de sus tierras a los propios negros recién liberados. Este sistema obligaba al trabajador afro-americano a endeudarse con su ex amo para proveerse de semillas, fertilizantes y otros insumos y que deberá devolver después con la cosecha. La vida en el campo en el día a día no cambió demasiado, salvo por el detalle de que el trabajador era formalmente libre. Y en un aspecto la situación era peor: si se perdía la cosecha por alguna inclemencia como sequía, inundación o langostas, el ex-esclavo quedaba endeudado con su antiguo amo, pudiendo perder sus pocas pertenencias o teniendo que volverse a emplear y trabajar gratis para cumplir con sus compromisos. En este contexto estamos llegando a fines del siglo XIX, donde ya podemos empezar a descubrir formas musicales que, partiendo de los acompasados cánticos de la plantación, de indudable raíz africana, el folclore negro y las danzas, sumadas a la influencia de los cantos religiosos como el gospel y los spirituals, y además las influencias estructurales de Europa incorporadas en las canciones y bailes que se expandieron y popularizaron con el itinerante Minstrel, darán forma a lo que pocos años después identificaremos como blues.

Puesto humildemente y de manera muy personal en un contexto histórico, en la próxima entraremos de lleno en el tema concreto de este género.
             

sábado, 5 de abril de 2014

BLUES
Un camino personal

Luis Octavio Corvalán – San Pedro de Colalao – Abril de 2014

A fines de los sesenta volví al país, luego de una década en USA. Mi hermana mayor se quedó ahí a vivir. Ella me mandó, junto con mi regreso, una cinta abierta de 6 horas con casi un centenar de temas que fueron lo más representativo del rock de los 60, para que yo pueda disfrutar de esa música que iba a ser difícil encontrar en las radios locales. Gracias a esa cinta pude rememorar la música que había escuchado hasta ese momento, pero también descubrir maravillas que se le habían escapado a mis escasos 12 años: Jeff Beck, Blind Faith, Cream, Jefferson Airplane, Jimi Hendrix, Traffic, Moody Blues, Donovan, Arlo Guthrie, Joni Mitchell, Mamas and the Papas y muchísimo más.
Al poco tiempo en Argentina empecé a empaparme del rock local. Y mi tarea fue hacerle conocer a ella lo que aquí se hacía, algo que le era imposible acceder desde el primer mundo. Recuerdo haberle mandado Artaud, de Luis Alberto Spinetta. Al tiempo me contesta preguntándome cómo un músico de rock argentino, porteño, podía componer un tema con sonido “delta”. Se refería a “Cementerio Club”. Yo no supe qué contestar, pero el tema me parecía lo más natural del mundo, y la autenticidad de Spinetta está fuera de toda discusión. ¿De qué sueño puede extraer Juan Escalante una maravilla como “Matinée”? ¿Por qué las versiones más conocidas de la leyenda Robert Johnson son las grabadas por un blanco londinense suburbano de clase media como Eric Clapton? ¿Por qué Santiago Caminos relata tan bien su barrio pero dando la sensación que pertenece a otra parte?
Algunas de estas preguntas encontrarán respuesta, o explicación, y otras conservarán la magia del misterio. Un recorrido por la historia de este género tan cautivante puede ser una aventura que deje aprendizajes y emociones que nos sirvan para transitar de manera más rica y colorida nuestra vida, tanto musical como personal. Al menos a mí me produjo algo así. Y la intención de este relato es eso: que al lector curioso le deje algo para pensar, sentir, o convertir en música si se trata de un músico o aportar algo a su sensibilidad de apreciarla si no lo es. Espero lograrlo. Bienvenidos al tren.

Génesis del Norte y el Sur.
El blues, al menos casi todos los investigadores concuerdan, se consolida para la década de 1890 como una expresión musical del ghetto rural del sur de USA. Entender como surge es repasar, aunque sea brevemente, la historia de esa parte del mundo hasta ese momento, y de ahí seguir el recorrido del blues hasta nuestros días.
El Mayflower arribando a América

Gente como uno.
Puedo dar fe que en la escuela primaria de USA se enseña que los primeros pobladores llegaron a USA provenientes de Inglaterra entre el 11 y 21 de noviembre de 1620 (no hay un registro contemporáneo de la fecha). Eran los peregrinos que a bordo del Mayflower escapaban de la persecución religiosa, ya que 1559 se había impuesto compulsivamente la religión anglicana en todo el reino y los disidentes eran perseguidos. Este pequeño grupo de familias llegó a las cercanías de lo que es hoy la ciudad de Boston, en el extremo noroeste de país para empezar de cero una sociedad con total libertad de fe, autogestionada y cuyos líderes se elegirían democráticamente entre los vecinos. Llegaron demasiado cerca del crudo invierno y no pudieron prepararse para las inclemencias. Ese primer invierno sobrevivieron gracias a la provisión de comida de los nativos y por eso cada año el tercer jueves de noviembre en USA se conmemora este gesto celebrando el día de Acción de Gracias, el feriado más importante del país.  

Sir Walter Raleigh
Somos los piratas
Pero para ser rigurosos, este no fue el primer grupo de ingleses en radicarse en territorio hoy de USA. Sir Walter Raleigh era un acomodado “dandy” de buena cuna y acceso a los mejores colegios de Inglaterra: Soldado, poeta, aventurero, descubrió debilidad por la piratería, a la que se dedicó para la época de 1580, tratando de robar barcos españoles que volvían del nuevo mundo con sus tesoros. No tuve éxito pero fue mimado por la reina Isabel I que le dio lo que sería su pomposa residencia campestre, además de las ya enormes posesiones en Irlanda que recibió como compensación por su papel aplastando una famosa sublevación en Munster producida entre 1579 y 1583.  Recibió en 1584 una licencia real para establecerse en el nuevo mundo y explotarlo comercialmente, en un intento de cortar el avance español por esas tierras. Así se estableció en la región de Virginia en 1585, 35 años antes que las buenas familias de Massachussets. Este emprendimiento, mucho más parecido a las aventuras españolas que conocemos bien, no tiene el glamour del duro trabajo a que se sometieron las familias peregrinas del norte. Abriéndose camino a sangre y fuego, empezaron en Virginia la explotación del tabaco y su contrabando a Europa, monopolio que había conseguido España en tratados con los otros países del viejo mundo. Tampoco la tuvo fácil, pero era otro clima, contaba con soldados, armamento y barcos y a pesar de las penurias iniciales, la colonia empezó la producción de tabaco y su envío a Inglaterra. De esta época negada en los libros escolares, hoy un episodio se hizo popular, y es la leyenda de Pocahontas, que no es motivo de nuestra historia, pero vale mencionarla.
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La dificultad de hacerse de mano de obra para las ya rentables plantaciones hizo que se importaran “trabajadores africanos” por primera vez en 1619. Como podemos sospechar, estos trabajadores fueron tratados como esclavos. No solo lo trataban como esclavos, sino que además, los emprendedores los declaraban como empleados registrados y se robaban el dinero de los supuestos sueldos haciéndolos pasar por gastos para defraudar a los accionistas ingleses copropietarios de las plantaciones. Luego en 1654 se regularía y legalizaría la tenencia de esclavos para terminar con estos escándalos. Por escándalo me refiero a que le roben a los accionistas, ya que poseer esclavos no sería considerado escandaloso hasta varios siglos después.




Dos Mundos Irreconciliables
Universidad de Harvard en el Siglo XVII
En estos dos episodios iniciáticos de la colonización de los Estados Unidos ya se aprecia una diferencia radical en los conceptos de trabajo y la producción que se desarrollarían en las regiones Norte y Sur del futuro país. A tal punto era el quiebre que terminó desembocando en una larga y sangrienta guerra civil que sacudiría toda la idiosincrasia y los cimientos mismos del país y cuyas secuelas aun hoy persisten.


Casa del dueño de una plantación
El norte se irá convirtiendo en una tierra de pequeños agricultores, comerciantes y artesanos que irán formando un mercado interno dinámico. En las cercanías de este primer emplazamiento, y a solo 16 años de arribado estos peregrinos ya se fundaba la Universidad de Harvard, hasta el día de hoy la más prestigiosa de Estados Unidos. La pequeña colonia ya tenía para entonces 17000 habitantes, un gobierno organizado y una corte de justicia de lo que se llamaba “Massachussets Bay Colony” o Colonia de la Bahía de Massachussets, hoy los alrededores de Boston, capital del estado de aquel nombre. Para el siglo XIX ya la región norte estaría gozando todos los adelantos de la revolución industrial con una población tanto rural como urbana participando activamente de la economía.
Familias esclavas cosechando algodón
El sur iría tomando en escala el modelo original de Virginia. Grandes plantaciones en manos de una oligarquía elitista y dueña de esclavos para la explotación de los campos de tabaco, algodón y caña de azúcar, entre otros. Y casi toda tarea cotidiana que requiera esfuerzo manual. Dueños que llevaban una vida de opulencia y placeres. Esclavos sin derechos, sin capacidad de consumo y sin lo más elemental de todo ser humano: su libertad.      

El viaje   
El comercio de esclavos estaba a cargo de emprendedores privados. El primer cargamento mencionado de 1619 llegó en un barco holandés, pero los había de varias nacionalidades. Estos emprendedores se armaban de un ejército privado, invadían ilegalmente zonas costeras de África y secuestraban a hombres, mujeres y niños, los subían a barcos encadenados y los transportaban por largos meses hasta llegar a destino donde se los vendía. En el trayecto morían en promedio la mitad de la carga, personas, familias. Una estrategia de algunos comerciantes de esclavos era obligarlos a cantar durante el trayecto, para mantenerlos con ánimo y así perder menos de la preciosa carga. Esta imagen no es difícil de reconstruir en nuestras mentes: hombres blancos con látigos obligando a negros encadenados a cantar. Pero solo se puede insinuar el tipo de lamento y profundidad de semejante música. Desgarro, terror, impotencia, enfermedad, oscuridad, hacinamiento, hambre, incertidumbre, obligado a salir de esas gargantas en forma de canto. ¿Qué marco musical nos podemos imaginar para semejante viaje y ejecutado por las propias víctimas en esas condiciones?

La maravilla que hoy sabemos contiene la música nativa africana fue trasladada en ese contexto compulsivamente al nuevo continente, privada de su libertad, de su alegría, de sus raíces y de su tierra. Sobre este paisaje, sobre este via crucis de cientos de miles de nativos africanos arrancados a la fuerza de su mundo durante más de dos siglos, venía también el ADN que daría forma al Blues. 
Hasta la próxima.