THE BLUES
Capítulo II
Como mencioné en el
capítulo I, el blues se reconoce, por la mayoría de los autores, como surgiendo
en la década de 1890 en las zonas rurales empobrecidas del sur. Retrocediendo
desde 1890, la influencia de las raíces africanas y la memoria de la esclavitud
en la estructura musical del blues es
motivo de especulación y es donde los estudiosos empiezan a desencontrarse.
Vamos a ir avanzando en
sentido contrario, siguiendo el relato cronológico para que los lectores puedan
darse una idea válida y personal sobre las posibles interpretaciones y así
sacar las conclusiones que mejor concuerden con las propias sensaciones que
este género despierta en cada uno.
LA RAZA
Independientemente de las controversias, es innegable que el blues es una
forma de arte afro-americana. Y el análisis y el estudio de la historia del
blues deben empezar por el tema racial. Algunos estudiosos insisten en que debe
empezar y terminar en el tema de la raza. Vamos caminando la historia,
retomando donde quedamos en el capítulo I.
El flujo de esclavos, que
como mencionamos, comenzó en 1619 y siguió hasta bien entrado el siglo XIX. La
historia norteamericana gusta mencionar el 1° de enero de 1808 como el fin de
la trata de esclavos, porque ese día entró en vigencia la ley que prohibía la
importación de personas con ese fin. Ley que fue fácilmente burlada por años,
ya que la única autoridad de aplicación de la ley era la minúscula flota que
USA tenía para ese entonces y los traficantes no tenían demasiados problemas en
introducir a la gente proveniente de Äfrica por diferentes puertos ilegales. Y
el comercio doméstico seguía de forma abierta por todos los estados del sur,
donde la posesión de esclavos era legal. Así se comprueba en este aviso de
1829.
Aviso en Periódico anunciando la subasta de Esclavos en 1829, junto con arroz, agujas, libros, cotillón y otros menesteres |
Lo importante de 1808 y de
esa ley federal en particular, es que habilitaba a los estados a dictar leyes
prohibiendo la esclavitud, cuya legalidad hasta entonces estaba protegida por
la Constitución de los Estados Unidos. Así empezaron los estados del norte uno
por uno a abolir la esclavitud y generando la diferencia que llevaría
finalmente al sur a declararse independiente en 1860, luego del triunfo en las
urnas de Abraham Lincoln.
Este flujo de cientos de
miles de africanos durante más de dos siglos produjo con los años y las
generaciones lo que a nosotros nos gusta llamar un “crisol” cultural donde
confluyeron culturas africanas de diversas regiones y la variada cultura
europea, sumada a las danzas campestres y baladas que ya se escuchaban entre
los campesinos blancos. Todo esto, sumado al analfabetismo impuesto por los
patrones a los esclavos que dejó escaso o nulo registro de sus actividades
culturales, es lo que asombra y confunde a los estudiosos de las raíces
musicales del blues.
Pero es innegable la raíz africana del blues. La inevitable mezcla e
influencia de la cultura blanca en el desarrollo posterior que desemboca en el
blues que conocemos hoy también es el germen que hace del doble sentido y del
mensaje encriptado una constante dentro del género. En el sur profundo, donde
la esclavitud tenía su epicentro, el canto del esclavo era motivo de confusión
para los dueños de las plantaciones. Algunos lo estimulaban como estrategia
para mantener los ánimos, disminuyendo las fugas y mejorando la productividad
de sus esclavos. Mientras otros amos lo prohibían pensando que los dialectos
empleados en las letras era una herramienta para pasar mensajes conspirativos
entre ellos. Algo de cierto había en esto último y fue el origen del doble
sentido en las letras que cantaban los negros cuando el inglés empezó a
predominar como lenguaje cuando ya los esclavos eran segunda o tercera
generación y los dialectos africanos se fueron perdiendo, no sin antes
incorporar palabras, costumbres y personajes a la cultura de las nuevas generaciones.
Estas herramientas
culturales les permitían a los esclavos tener un área de desenvolvimiento
aislada de las garras de sus amos. Así floreció la música negra y para mediados
del siglo XIX ya existían una interesante colección de canciones para acompañar
el trabajo en el campo y también, con fuerte influencia europea, una gran
variedad de canciones de tipo folclóricas y los famosos “spirituals” o
canciones rituales y religiosas, ejecutadas con banjos, violines, flautas e
instrumentos de percusión, panderetas, huesos, y cualquier medio al alcance de
la mano.
MINSTREL
Quiero mencionar un género
que floreció en el siglo XIX hasta el punto de convertirse en la primera
expresión artística netamente norteamericana y que es el “Minstrel”. El
minstrel es el precursor de lo que más adelante se conocerá como “vaudeville”.
Era un género teatral satírico hasta lo grotesco donde actores blancos
oscurecidos a fuerza de corcho quemado interpretaban a esclavos negros,
exagerando y ridiculizando sus costumbres. Aparte de esa visión racista y
segmentada, tendía el Minstrel a mostrar una vida alegre, despreocupada y
divertida para los negros en las plantaciones sureñas.
Tan era así que un tema
recurrente en los argumentos de los sketches era el negro que liberado o fugado
de la plantación, sentía nostalgia por el amo y su vida anterior y no veía las
horas de regresar a su “hogar”. Este género arrancó con bastante fuerza en la
década de 1830, con grupos viajeros y producciones más bien pobres hasta ir
creciendo en calidad, producción y libretos. Una de estas muestras musicales y
de baile que tuvo gran éxito fue la obra de Thomas Dartmouth Rice llamada “Jump
Jim Crow”, llevando el género del “blackface” o cara negra como se conocía
popularmente a estos espectáculos, a un nivel completamente distinto. En la
cúspide del éxito de esta obra, un crítico del diario The Boston Post escribió
que “los dos personajes más populares de la actualidad son la reina Victoria y
Jim Crow”. Tan grabado en el colectivo social quedó el nombre Jim Crow referido
al personaje negro de la obra, que a finales de la década de 1870 cuando se
empezó a aplicar las normas en el sur que permitían a los bares, hoteles, salas
de espectáculo, medios de transporte y prácticamente cualquier lugar público a
segregar a los negros, prohibiéndoles la entrada u obligándolos a ubicarse en
sectores delimitados para ellos, estas normas pasaron a llamarse “políticas Jim
Crow”.
Ya desde fines de la década de 1840 empezaron a aparecer actores negros
en estas compañías y en 1855 apareció una compañía formada exclusivamente por
actores, cantantes y bailarines afro-americanos. A diferencia de las compañías
de blancos, que se promocionaban como muestras de la cultura, música y danzas
de origen africano, la mayoría de los estudiosos ponen en duda que la música
exhibida en esas muestras haya tenido influencia alguna de esas latitudes. En
cambio, los grupos de afro-americanos que empezaron fuertemente a tallar en el
mercado del Minstrel al finalizar la guerra civil, a pesar de influenciarse
mucho en su contraparte blanco, incorporaron los spirituals y el gospel en los
espectáculos, algo que los blancos nunca hicieron. También fueron aporte de las
compañías negras los personajes femeninos, algo casi completamente ausente del
Minstrel original blanco.
La mayoría del público del
minstrel auténticamente negro eran afro-americanos, admirados e identificados
con actores de su raza, pero también
blancos interesados en la cultura negra, en particular sus bailes y música y
que no iban a poder ver en las compañías blancas de caras negras.
Ciertas compañías
alcanzaron tanto éxito que fueron compradas por grandes empresarios blancos de
Nueva York, incluso para asociarse con empresas francesas e inglesas y llevar
el show por toda Europa. Para fines de siglo este género empezó a declinar,
dando lugar al vaudeville, de origen europeo, que empezó su etapa de apogeo
como se puede ver luego en las primeras películas de Chaplin y otros grandes
directores de principio del siglo XX.
Lo importante del Minstrel es que llevó una imagen de las peripecias del
esclavo a las grandes ciudades del norte. Esto generó al principio una afinidad
de clase, siendo el obrero urbano el primero en identificarse con el
sufrimiento del esclavo negro de las plantaciones. En la época 1830-1840
estaban surgiendo los movimientos abolicionistas en el norte y esto fue una
manera de simpatizar con la causa negra. Pero la insistencia distorsionada del
mistral de “cara pintada” en mostrar que el negro era alegre, despreocupado,
vago, desordenado, indisciplinado fue tallando otro sentimiento que en muchos
casos sobrepasó la simpatía de clase del blanco pobre para convertirse en no ya
una cuestión de clase, sino de raza. El trabajador blanco veía al negro como
una mala competencia, un ser imposible de adaptar a la vida urbana y una
amenaza. Así se identificaba mejor con su patrón blanco que con su colega de
sufrimiento negro. Estos sentimientos cruzados, contradictorios, enfrentados y
basados en el miedo y el desconocimiento formaron gran parte de la
idiosincrasia tan difícil de catalogar que marca al americano medio incluso
hasta nuestro presente. Y dentro de toda esa maraña de aspectos sociales, los
afro-americanos se fueron abriendo camino, primero como esclavos, libertos o
ciudadanos libres dentro de un contexto de esclavitud tolerada y legalizada, o
disfrutando de una libertad impuesta por la guerra civil pero dentro de un
contexto de odio y fuerte segregación, en particular a partir de 1877, año en
que las tropas federales abandonaron el sur de la reconstrucción y dejaron a
los negros a merced de sus antiguos amos, que de inmediato pusieron en efecto
las normas “Jim Crow” para mantener a los negros en ghettos bastante delineados
y fuera de sus ambientes.
El dueño de la plantación, para resolver el dilema de
la mano de obra, ahora que sus esclavos fueron liberados, recurrió al arriendo
de sus tierras a los propios negros recién liberados. Este sistema obligaba al
trabajador afro-americano a endeudarse con su ex amo para proveerse de
semillas, fertilizantes y otros insumos y que deberá devolver después con la
cosecha. La vida en el campo en el día a día no cambió demasiado, salvo por el
detalle de que el trabajador era formalmente libre. Y en un aspecto la
situación era peor: si se perdía la cosecha por alguna inclemencia como sequía,
inundación o langostas, el ex-esclavo quedaba endeudado con su antiguo amo,
pudiendo perder sus pocas pertenencias o teniendo que volverse a emplear y
trabajar gratis para cumplir con sus compromisos. En este contexto estamos
llegando a fines del siglo XIX, donde ya podemos empezar a descubrir formas
musicales que, partiendo de los acompasados cánticos de la plantación, de
indudable raíz africana, el folclore negro y las danzas, sumadas a la
influencia de los cantos religiosos como el gospel y los spirituals, y además
las influencias estructurales de Europa incorporadas en las canciones y bailes
que se expandieron y popularizaron con el itinerante Minstrel, darán forma a lo
que pocos años después identificaremos como blues.
Un simple bebedero podía estar regulado según las razas gracias a las leyes "Jim Crow" |
Puesto humildemente y de
manera muy personal en un contexto histórico, en la próxima entraremos de lleno
en el tema concreto de este género.