sábado, 11 de abril de 2020

NO ME CREAN


Al cumplir los 10 años, quizás los 11, recibí de regalo de parte de mis hermanas la famosa tabla Ouija idéntica a la de la foto. Requiere de un mínimo de fe, en algo, para que funcione. Yo ya tenía claros síntomas de un escepticismo que me caracterizó hasta hoy. Así que no me llamaba la atención, para nada. A las semanas de eso se me despertó la curiosidad y me puse a buscar la tabla para ver qué pasaría de ponerla a prueba. Y no la encontré. Mis hermanas, al ver mi reacción ante el esotérico regalo, la habían cambiado por otra cosa, yo me había olvidado. Me arrepentí de haberla despreciado porque es hoy un elemento de culto y protagonista de cuanta película de terror de adolescentes que anda por el cine.
Por esa época no sabía ni que existía el término "escéptico" y cualquiera entonces me podría haber criticado mi afiliación católica. Es que ya venía con años de adoctrinamiento. Y aplicaría desde el otro extremo cronológico la frase atribuida a Voltaire en su lecho de muerte. Cuando el cura que le estaba haciendo la última bendición le preguntó "¿Estás dispuesto a renunciar al demonio?" Voltaire contestó "no es momento de hacerme de enemigos…" Yo, en mis albores filosóficos, todavía no estaba en condiciones de negar al dios con que me criaron. Y encima bajo amenazas. Un dios que me obligaba a amarlo. Casi ninguna de mis circunstanciales parejas se atrevió a tanto. Pero, como Voltaire, en mis primeros pasos en la búsqueda de verdades, no era momento de enemistarme con tan temible rival. Eso pasaría menos de una década después.
Mantener la cabeza abierta, chequear fuentes, buscar coincidencias de criterio, algo característico del deductivismo que a su vez fue producto de mi formación técnica, fue el camino elegido. Eso me puso refractivo a técnicas inductivas como es psicoanálisis no sin antes leer a Freud. Al menos los textos más entretenidos como "La Interpretación de los Sueños" y el muy posterior "El Descontento en la Sociedad" o algo similar en castellano, muy inferior en mi opinión a los textos de Erich Fromm que analiza el fenómeno de manera más "deductiva" según mi caprichoso entender.
Bueno, volviendo a la tabla Ouija -espero que no se ofendan los amigos psicoanalíticos- hoy ya de adulto estaría más receptivo a aceptar que ciertos impulsos energéticos sean capaces de mover el cursor y develar algún concepto oculto que tenemos por ahí en el inconsciente. Lo que sí fue mi hobby desde mis veintipicos hasta la fecha fue indagar en mis vivencias pasadas, algunas compartidas y soportadas apenas por mis amigos del FB, para dar una más correcta dimensión a mi presente. Revolver los viejos arcones de la memoria, pondría algún autor de mi aprecio.
Todo este preámbulo por ahí no tiene un sentido concreto. Pero sí para explicar mi incredulidad ante tanta información, interpretaciones e intencionalidades que ahora, redes mediante, exceden a los clásicos organos de comunicación. Las redes, en general, ahora son fuentes de información, casi nunca chequeadas y sin pagar grandes consecuencias si nunca se verifican ciertas. De disponer de más tiempo, sería uno de mis sueños poder dedicarme más a esto de divulgar. Desde mis conocimientos técnicos, pasando por la política y llegando al arte. Pero no. Apenas tengo tiempo para mear y más de una vez me terminé puteando por llegar al límite con tan simple evento fisiológico porque estaba entretenido con otra cosa. Salvados mis amigos de tener que soportarme en aun otros formatos.
Volviendo al tema de mi incredulidad, por eso pregunté hace unas semanas las opiniones sobre la plataforma Gaia, que a mí me parece de una chantada importante. Y subí a los pocos días la contracara: una conferencia de Carl Sagan, el escéptico por excelencia. Aclaro esto para que no se ofendan cuando no "creo" algo que me cuentan. Por default, no creo nada. Y disfruto enormemente cuando escucho a alguien hacer un punto, describir un evento o realidad política explicando los pasos del razonamiento, citando fuentes y criterios analíticos, referenciando historias y paralelismos, poniendo todo en contexto y dando ejemplos de causas y efectos y etcéteras. En general no hago este tipo de comentarios, pero ¿qué quieren? Llevo casi un mes de cuarentena. Mi resumen: parafraseando a Descartes y su famoso "Cogito ergo sum" que correctamente interpretado significa "pienso, por lo tanto soy" y no el paupérrimo "pienso, luego existo" que nos dejaba en babia de adolescentes, yo agregaría: "piensa, no creas". Sólo una sugerencia de un escéptico incorregible. A cuidarse.
Nota: Mi traducción de Descartes se entiende mejor si parte del planteo en su francés original: «Je pense, donc je suis».