lunes, 30 de abril de 2018

THE DREAM IS OVER


Juan Romero tenía 10 años cuando su familia emigró de México hacia California buscando un futuro mejor. A los 17 años era todavía muy pobre así que para poder atender a la secundaria Roosevelt de Los Angeles necesitaba trabajar después de clase. Se iba al Ambassador Hotel donde trabajaba de botones. Esa semana era muy importante para el Hotel. Ahí se alojó Robert Kennedy mientras se desarrollaba la fundamental primaria demócrata que prácticamente le aseguraría la nominación a la presidencia por su partido. El primer día le tocó llevarle un pedido que había hecho a la habitación. Como era la costumbre, pensaba que algún asistente recibiría el pedido con total indiferencia y si la suerte le acompañaba recibiría una propina más o menos atractiva. Mayúscula fue su sorpresa al ver que el propio candidato era quien le abrió la puerta y no solo le recibió lo solicitado, sino que le estrechó la mano y le preguntó por su nombre y también su edad. Juan se sintió conmovido por la dignidad y respeto que por fin alguien mostró por él. Y se dio cuenta que la fama que precedía a Robert Kennedy tenía mucho de cierta. La primaria de California arrojó una aplastante victoria al candidato que prometía tolerancia racial, esperanza para los más pobres y el fin de la absurda guerra de Vietnam. Con la impresión de su primer encuentro todavía fresca, la noche del 5 de junio de 1968 Juan Romero se instaló en la cocina por donde saldría el ahora triunfante candidato luego de su discurso de agradecimiento. Quería felicitarlo personalmente y estrecharle la mano una vez más. Y efectivamente, RFK avanzó en su dirección durante la desconcentración. Lo miró con una sonrisa apacible que indicaba de inmediato que aun lo recordaba. Las manos se estrecharon en el preciso momento que sonaron 8 disparos, 3 de los cuales impactaron en el cuello y el hombro de Kennedy que inmediatamente se desplomó. Juan, con sus 17 años, se inclinó de inmediato con la intención de ayudarlo a reincorporarse. Nadie más se atrevió a reaccionar. Al verlo de cerca se dio cuenta que no iba a ser posible. Notó que el Senador movía sus labrios. Arrimó su oído y escuchó las palabras "¿Están todos bien?"  Y el propio Juan nos cuenta que sentía en ese momento que la vida de Robert Kennedy se desvanecía literalmente de entre sus manos. Y con ella sintió que se desvanecían las esperanzas que tenía de un futuro mejor.
                                                                                  

domingo, 1 de abril de 2018

RELATO DE PASCUAS


¿DIOS PRO o DIOS K?
El quehacer cotidiano nos puede parecer radicalmente diferente si uno lo percibe a través de los relatos de Clarín o de Página/12. Sobre esta dualidad volveremos en otro artículo. Hoy es Pascua y además de felicitar (etimológicamente hablando) a mis amigos se me late escribir algo relacionado a la fecha.
Las andanzas de Jesús nos llegan, entre otras fuentes, a través de los cuatro Evangelios Canónicos, el de Marcos, Mateo, Lucas y Juan. Hoy se sabe que ninguno de ellos los escribió y que fueron registrados décadas después por escribas cultos y formados en el idioma griego, que ninguno de los mencionados hablaba, menos escribiría.
Si uno los lee de manera convencional, o “vertical”, empezando por uno y siguiendo por los demás como están presentados en La Biblia, aparentan cuatro versiones de aproximadamente los mismos hechos. Pero si uno los lee de manera “horizontal” (como sugiere el erudito Bart Erhman, probablemente el más ducho de los estudiosos actuales), es decir, tomar un evento en particular y leer como lo cuentan los cuatro evangelios, nos damos con discrepancias notables, no solo en los detalles, sino en la esencia misma.
De por sí la Biblia tiene una impronta muy diferente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Y hay mucha discusión entre los estudiosos sobre el por qué se anexó la Biblia Judía (Antiguo Testamento) a la Biblia de la nueva fe cristiana que nacía. La explicación más razonable es, desde mi visión, la que sugiere que los primeros difusores del mensaje cristiano encontraban más sencillo convencer a su feligresía que esto es una continuación anunciada de la fe que ya vienen profesando que un mensaje radicalmente diferente. En este sentido está escrito principalmente el Evangelio de Mateo que está lleno de referencias al AT y destinado a un público conocedor. 
Bill Maher, el conductor y humorista yankee que milita activamente por el ateísmo pero que proviene de una formación católica, señala con acierto que Dios padre hoy sería republicano pero que Jesús, su hijo es definitivamente demócrata. Uno es soberbio, vengativo, muy cómodo entre las clases acomodadas y el otro es un marginal de sandalias rodeado de pobres, hippies, prostitutas y ladrones. En términos vernáculos el Padre sería PRO, implacable con opositores y celebrando como necesarios asesinatos y soñando con una masa inculta y sumisa mientras que Jesús con sus subsidios al pescado, el pan y el vino, curando gratis y con un discurso populista sería hoy sin duda un militante K. 
En los Evangelios se nota, leyendo con detenimiento, este conflicto ideológico. El episodio más dramático se produce justamente la noche del jueves al viernes Santo previa a la detención de Jesús cuando él le pide al Padre que le saque de sus hombros el pesado yugo que se le asignó. Jesús, según Lucas, tiene dudas sobre la validez de lo que está por ocurrir, no le gusta, está aterrado y pide por una alternativa. Como sabemos, el Dios del antiguo testamento ni se digna en contestar. Él necesita ver sufrir, torturar y morir para perdonar los pecados del mundo mientras que Jesús da una formidable lección al impedir la lapidación de la adúltera expresando que el arrepentimiento es suficiente y condena el castigo físico. Son posturas diametralmente opuestas, desde lo concreto pero sobre todo desde lo moral. ¿Pueden estos dos personajes cohabitar en un mismo Dios? Volveremos sobre esto en otro artículo. 
A partir de esa noche en Getsemaní, ¿Cómo trascurren los hechos posteriores? Depende de la fuente. 
Lucas cuenta un vía crusis lleno de interacciones y diálogos. Mientras Jesús carga su cruz pasa frente a un grupo de mujeres que lloran desconsoladas y les dice (algo así): “hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes y sus hijos y por el destino que les aguarda…”. Aquí se muestra más preocupado por la suerte de estas mujeres que por el propio. Luego, siempre según Lucas, mientras lo están clavando al madero dice “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen…”. Y mientras agoniza en la cruz tiene un diálogo absolutamente coherente con uno de los ladrones. Un ladrón se burla de Jesús y el otro lo enfrenta diciendo “él no merece estar aquí, no hizo mal alguno” para luego dirigirse a Jesús diciendo “Señor, recuérdame cuando entres en tu reino”. A lo que Jesús responde “de verdad te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. En este Evangelio de Lucas Jesús sabe perfectamente lo que le está ocurriendo y hacia donde va. Aparenta estar en control de la situación y termina diciendo “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” y muere. 
Los mismos hechos relatados por Marcos en el más antiguo de los Evangelios son muy diferentes. Jesús aquí recorre el camino hacia su crucifixión en total silencio, no habla con nadie, no dice nada mientras lo clavan a la cruz y agoniza sin decir palabra. Instantes antes de morir, en un tono de absoluta frustración grita: “Padre, ¿por qué me has abandonado?” y muere. Dramático y desgarrador, algo completamente diferente. Este desentendimiento entre hijo y padre me parece una visión descarnada y revolucionaria entre un mensaje opresor y represivo presente en el AT y otro mensaje de esperanza y lecciones de vida destinadas a este mundo y un protagonismo del marginal ausente hasta ese momento. Esta disociación entre los discursos y el sentido mismo del padecimiento de Jesús motivo de controversia entre padre e hijo es aprovechado al extremo en la excelente fantasía de Saramago “El Evangelio según Jesucristo”. 
Aquí dejo al lector la especulación sobre lo que puede haber ocurrido en base a dos relatos bíblicos muy diferentes: Jesús en una actitud distendida, didáctica y en control de la situación con un final conciliador hacia su padre o un Jesús absolutamente consternado, asustado y padeciendo a disgusto una situación que termina en una angustiada recriminación hacia su padre. 
Yo armé ya mi relato y hace muchísimo le solté la mano al Dios Padre, aquel que ordenó a Adán y Eva una vida llena de placeres pero sumidos en la ignorancia total y bajo amenaza permanente y me quedé con su hijo revoltoso que definió como bienaventurados a los pobres y excluyó de su reino a los ricos y privilegiados. Y ese relato a mí personalmente me cierra con una muerte a pura puteada, como me lo cuenta Marcos. Pero como siempre aclaro, es solo mi punto vista. Felices Pascuas amigos.