sábado, 18 de enero de 2020

Hacia un post-capitalismo: Capítulo 1


BORED OF DIRECTORS 

Richard Wolff(1) plantea una hoja de ruta hacia algo superador del capitalismo y lo trataré en un futuro análisis. Y antes de que algunos lo critiquen de utópico o imposible de lograr les quiero contar una vivencia personal. No recurriré a diarios ni datos registrados porque tengo fresco en la memoria el proceso vivido. Tómenlo como una novela histórica si quieren. Los más curiosos lo podrán contrastar con las noticias de la época.
Corría el mes de noviembre de 1994. Una empresa cordobesa dueña de 2 ingenios azucareros en la provincia recurre a un famoso cantautor que por aquella época gobernaba Tucumán para pedir un auxilio financiero. Argumentan que cientos de familias dependen de sus dos fábricas y que el dinero solicitado es para llevarles tranquilidad hasta que arranque la zafra de 1995. Y que una vez en producción podrán devolver lo prestado. El gobernador accede y les otorga 4 millones y medio de pesos (dólares) a través de una conocida institución provincial. Recibido el dinero, a los pocos días el directorio de esta importante empresa decide mandar telegramas de despido a todos los trabajadores y luego presentar una convocatoria de acreedores. Las propias indemnizaciones pasan a engrosar la deuda declarada. O sea: no pagó un peso a nadie y se quedaron con el dinero de los tucumanos. El cantante de Mercedes (ingenio cerrado que casualmente había pasado a ser propiedad de este mismo grupo económico) aullaba de la bronca y prometía cárcel a los accionistas cordobeses que lo estafaron. Y por esa razón ninguno pisó más la provincia.
A las pocas semanas de este evento yo iba de viaje al sur de la provincia por trabajo. Antes de llegar a Famaillá me topo con un corte de ruta y una larga cola de vehículos. Dejo mi auto en la banquina y como siempre hago en estos casos, me arrimo caminando hasta el foco del problema para preguntar cual es el conflicto. A medida que me acercaba a la fogata empiezo a distinguir todas caras conocidas. Eran los trabajadores de uno de los ingenios. Me interiorizan del conflicto con más detalles y luego de charlas un rato con mis ex-compañeros de trabajo me dicen que pase con mi auto, que conmigo está todo bien. Después de despedirme y mientras retornaba caminando hacia mi auto llega corriendo el secretario general del sindicato del ingenio y me dice "Luis, vamos a hacer moler el ingenio nosotros. Vos lo conoces de memoria, ¿nos podés dar una mano? Te necesitamos para hacer eso." Le contesto que cuenten conmigo, les doy mi teléfono (fijo por supuesto, no existían los celulares, al menos yo no tenía) y me fui. El conflicto continuó por un par de meses más y un buen día suena mi teléfono en casa. Era mi ex-jefe y me dice, casi de inmediato: "Luis, necesitamos un jefe electricista". Me sorprendió porque ese era exactamente el cargo suyo. Me explica que él se hace cargo del otro ingenio de la empresa y necesita alguien que cubra su lugar. Le explico que yo tengo mi propia empresa pero que puedo colaborar en la coyuntura. Al rato me habla el jefe de planta, su superior, y arreglamos los detalles de mi incorporación, aclarándoles que me comprometo a acompañarlos en la inminente zafra y que les puedo preparar un jefe definitivo si lo tengo a mi lado. Me tomo 30 días para organizar mi propia empresa y su funcionamiento sin mi presencia mientras paralelamente organizaba las tareas de alistamiento del ingenio. Luego me hice cargo plenamente de las tareas. Con una idea similar a la de los trabajadores, cuatro jefes (empleados) de los dos ingenios decidieron ponerse al frente y hacer funcionar las fábricas a pesar de la fuga en masa de los directores de la empresa. Uno de los jefes, el de campo, se encargaría de la caña de azúcar (materia prima) tanto de los campos propios de la empresa como del trato con los cañeros independientes. El jefe de personal estaba encargado de coordinar las condiciones de trabajo con todos los obreros y empleados, un jefe administrativo estaba encargado de la diplomacia con los bancos y de asegurar un mínimo flujo de caja para poder llevar adelante las tareas y un jefe de planta (mi jefe directo) estaba a cargo de las dos fábricas y asegurar su capacidad de producción. En el mejor de los casos aparecía medio día por el ingenio donde yo trabajaba porque más tiempo de llevaba el otro y era la base operativa de sus 3 colegas. Así que el ingenio lo manejábamos entre el jefe mecánico y yo, relación que nos llevó a ser íntimos amigos hasta el día de hoy. Al hacerme cargo me quedaba sólo un mes para alistar la fábrica y con nulo presupuesto. Pero como las decisiones se tomaban ahí cerquita mío y no dependíamos de un directorio ubicado en otra provincia, yo convoqué a mi jefe y al jefe de compras y les dije: "señores, yo necesito material indispensable. Yo tengo excelente crédito en varios de nuestros proveedores y puedo sacar material y pagarlo después. Pero necesito el compromiso de que bien ingrese dinero de la zafra se cancele la deuda".   
En aquella época se instalaron en la provincia 2 bancos de Miami que recibían el azúcar producida y prestaban dinero en efectivo de forma inmediata. Así que bien salieran los primeros camiones con azúcar íbamos a contar con efectivo para el funcionamiento del audaz emprendimiento. Mi jefe y el colega de compras aceptaron mi propuesta. Y mi amigo el jefe mecánico se sumó a la oferta y me pidió que le consiguiera todas las correas, rodamientos y bulones que le hacían falta para su propia área. Y así llegamos a alistar el ingenio para arrancar la zafra 1995. Yo endeudado hasta la coronilla.

Yo había trabajado en ese mismo ingenio durante más de 7 años y mis subalternos me conocían bien. Yo me fui muy en disgusto con los jefes de aquella época y a pesar de tener apenas 30 años cuando me fui tenía una idea clara de cómo se debía manejar el Departamento Eléctrico, al menos desde mi punto de vista. Prometí no regresar salvo en la condición de jefe, ya que veía el margen de maniobra que tenía mi jefe y el poco uso que le daba. Mi ejecutividad, mi capacidad para manejar el personal y la espalda financiera que traje conmigo hizo que me ganara el respeto de mi jefe, el Jefe de Planta. Por arriba de él no tenía a nadie ya que, como expliqué, el directorio de la empresa estaba desparecida en acción. Gracias a que el Jefe Administrativo tenía su firma autorizada para manejar las cuentas bancarias, acceder al dinero de los ingenios no era un inconveniente a pesar de las pésimas condiciones de la empresa y la convocatoria de acreedores en la justicia. Así se llegó a los primeros días del mes de junio de 1995 y la zafra arrancó. El ingenio funcionó como un relojito y a las 72hs estábamos embolsando azúcar. De inmediato se empezó a contar con dinero fresco y se empezaron a normalizar las deudas, en primer lugar con los cañeros que no habían cobrado de la zafra del 94. Los sueldos pasaron a estar al día. El jefe de compras cumplió con su palabra y canceló todas mis deudas con mis propios proveedores. Entre los dos ingenios la producción diaria de azúcar y alcohol era monstruosa. Caja, lo que se dice caja, no fue un problema a partir de ahí.
Entrada del Ingenio Bella Vista donde se observa
una de las 4 torres de 20 mts de iluminación.
Mi primer proyecto como Asistente Electricista
cuando tenía 23 años. Siguen en pie hoy.  


Dos ingenios manejados exclusivamente por sus empleados, sin la participación alguna del directorio (sus dueños capitalistas) estaban produciendo como nunca y se estaban pagando todos los compromisos (materia prima, energía, sueldos, proveedores, impuestos) en término. Durante la zafra mi amigo el Jefe Mecánico, más el Jefe de Fábrica (a cargo de la producción de azúcar y alcohol) y yo nos repartíamos la tarea de quedar al frente del ingenio las 24hs del día. Así que había semanas en que yo estaba 2 días y algunas 3 a cargo de todo. Desde el camión que ingresaba por una punta del ingenio hasta el azúcar que salía del otro extremo. Cientos de personas a cargo, así como la seguridad, el proceso, etc. Fue una experiencia fabulosa más que nada por las condiciones en que se desarrolló. Una autogestión completa por parte de los trabajadores.
Y así pasaron los meses. Ningún día de paro, ningún cañero puteando porque no pudo cobrar. Y ahí empezó a surgir una idea muy reservada entre los jefes: esperar la convocatoria de acreedores, zunchar no por el salvataje de la empresa sino por la quiebra. Esta estrategia, reservada con mucho celo porque era ir contra los dueños actuales, estaba orientada a cooptar los ingenios y las tierras para seguir con la estructura que adoptaron para ese año, es decir, quitar el ingenio de sus dueños y poder seguir manejándolo sin su participación, ahora de manera legal. Ahora, a 25 años de los sucesos, lo puedo decir.
Para septiembre de 1995, 3 meses largos e intensos de zafra con 100 mil toneladas de azúcar producidas y vaya uno a saber cuantos millones de litros de alcohol, mi jefe logra cerrar una operación importantísima para vender azúcar refinada a la Coca Cola de Chile. Al llegar los rumores de esta venta aparecen de la nada un par de miembros del directorio reclamando la posesión del ingenio y aclarándonos a todos nosotros (los jefes) que el ingenio les pertenece y que de ahora en más todas estas decisiones y operaciones pasar por ellos. Claro, después del abandono por completo, la huida de la provincia y de ponerlo en operaciones con esfuerzo y dinero de los empleados, las deudas más acuciantes regularizadas, es fácil venir a jugar de dueños, amos y señores.
Por supuesto, muchos de mis colegas se adoptaron a las nuevas reglas de juego. Yo, que no pedí mi cargo y mantenía activa mi propia empresa pude, para no reprimir mi carácter, cuestionar duramente a los miembros del directorio en cada reunión y así con el tiempo el vínculo se fue enrareciendo. Quedaba pendiente el resultado de la convocatoria de acreedores. Mis colegas secretamente esperaban la quiebra y ya tenían organizada la oferta que le harían a la jueza para tomar el control de los ingenios. Cinco días antes de la fecha clave determinada por la jueza interviniente para decidir el futuro de la empresa fui ofrecido gentilmente a presentar mi renuncia a mi cargo. Mi jefe con cierto disimulo no me la aceptó con la esperanza de un desenlace favorable a sus intereses. Finalmente la jueza aplicó por primera vez en el país una ley de salvataje aprobada meses antes en el Congreso que impidió la quiebra, mis colegas se quedaron sin el sueño del ingenio propio y yo me tuve que ir.
La conclusiones que saco de esta experiencia sobrepasan largamente mi experiencia personal y van de la mano de lo que expresa Richard Wolff en sus frecuentes conferencias y videos de divulgación y son estas:
El directorio (Board of Directors en inglés) representa a los accionistas o dueños de la empresa. Cuando no se trata de un directorio profesional, como en este caso, los directores son los propios dueños. Nuestra experiencia demostró que no solo una unidad productiva, en este caso dos ingenios, pueden funcionar SIN el directorio tomando decisiones, sino que lo pudo hacer en mejores y más eficientes condiciones. Las decisiones de como producir, con qué métodos, en que circunstancias, como vender y como financiarse las toman mejor el personal que está directamente involucrado en el proceso y no un cuerpo colegiado que no está directamente relacionado con el proceso y en muchos casos ni lo entiende.
El directorio de la empresa, que en este caso además de ingenios y cañaverales, tiene un gran molino harinero, yerbatales, importantes emprendimientos inmobiliarios, agencias de autos, y otras actividades, considera a uno de sus ingenios como aportantes de capital, generadores de lucro. Si alguna de las otras actividades o algo nuevo surge, no tienen empacho en vaciar uno de sus emprendimientos y usar ese capital para invertir en otro o simplemente meterlo en alguna timba financiera que le de renta. Capitalismo se llama y estos son los capitalistas. Ahí, de carne y hueso. Los que discutían conmigo cara a cara para finalmente despedirme a pesar de los resultados de mi gestión. Renta, capital, lucro. Nada más.
Una empresa gestionada por los propios trabajadores ve al ingenio como su medio de vida, su sustento. Y por eso lo cuida, lo repara adecuadamente, lo gestiona con responsabilidad y jamás lo cerraría porque otra actividad lo tienta más. Es otra cabeza, es otro sistema. Los resultados son superiores por la propia manera de estar organizada la actividad económica. Este sistema del que el destino me llevó a formar parte es exactamente la propuesta que tira al ruedo Richard Wolff como manera factible e inmediata de ir migrando hacia algo superador al capitalismo.
Como epílogo les cuento como siguió la historia, ya sin mí. El proceso judicial llevó a reconformar el directorio. Los estafadores originales perdieron el control de la empresa, varios terminaron presos y se formó un nuevo directorio con algunos de los accionistas históricos desplazados por aquel grupo de fascinerosos y nuevos capitalistas de nuestro medio. La empresa continuó con años buenos, regulares y malos. Las inversiones que yo pude hacer en mis 20 meses de gestión quedaron funcionando hasta el día de hoy. La compañía para sobrevivir tuvo que vender en 2016 uno de los ingenios y aún así llegaron al 2019 envuelto en una profunda crisis, con paros de los trabajadores por falta de pago y finalizando anticipadamente y de forma abrupta la zafra. Esto es el resultado de una gestión donde las decisiones las toman unos capitalistas y burócratas. Me consta que el resultado hubiera sido otro si la gestión permanecía en manos de los trabajadores. Hace un año y pico me hablaron para solicitar mi colaboración en la ampliación de la usina. Les tuve que contestar que no estaban en condiciones de pagar mis honorarios. Meses después mi afirmación se confirmó(2).  


(1) Richard Wolff: (1942-). B.A. en Economía | Magna Cum Laude -Harvard 1963-; M.A. en Economía | Stamford 1964; M.A. en Economía | Yale 1966; M.A. en Historia | Yale 1967; PhD en Economía | Yale 1969. Profesor de Economía
(solo detallo su formación para no llenar páginas).   
(2) En noviembre de 2019 la empresa se declaró en convocatoria de acreedores. Manifestó tener 800 acreedores por un total de 4100 millones de pesos. Ya se había presentado en concurso en 2010.