lunes, 28 de marzo de 2016

EL DIOS SURGIDO DE UNA VOTACIÓN

Entre la academia se acepta que el Evangelio más antiguo es el de Marco. Luego siguen los de Lucas y Mateo, no interesa mucho cual está primero, pero ambos inspirados bastante en el de Marco. Y el de Juan se coincide que es el más reciente. Aclaro que de ninguno hay originales. Lo manuscritos encontrados son copias de copias de copias, el más antiguo data de unos 200 años después de que fueran escritos originalmente. Los originales, a su vez, fueron escritos entre 40 y 70 años después de la desaparición de Jesús. La gran discusión que entretiene a muchos eruditos hoy es exactamente cuando Jesús de Nazaret se convierte en Dios. Dejando de lado teorías que algunas religiones yankees como los Mormones o Testigos de Jehová sostienen, ya que ninguna de ellas poseen eruditos de fuste y sus conclusiones salen de ideas caprichosas que solo ellos sostienen, es interesante analizar las opiniones de estudiosos serios en la materia, académicos en su mayoría católicos, evangelistas y agnósticos. Aclaro, para ser honesto, que entre los Testigos hubo uno de la actualidad muy versado en la Biblia llamado Greg Stafford que tuvo la osadía de defender sus ideas frente a colegas de otros credos y lo hizo con buen nivel académico. Por supuesto esto le valió la expulsión (año 2009) y como no podía ser de otra manera para un yankee de Connecticut tan propenso a los microemprendimientos, de inmediato fundó su propia religión. Algún día podemos profundizar en la teoría que sobre Jesús sostienen los Testigos.
Volvamos a Marcos. El evangelio dice en su aclaración que es la historia de Jesús, el Mesías, hijo de Dios. Pero en su contenido, al menos los primeros 8 capítulos, algo así como la mitad del libro, los protagonistas del relato (familia, vecinos, discípulos y sacerdotes) no entienden quién es Jesús. La resurrección de Jesús lo transforma en un ser divino y en esa ocasión, expresa, Marco, Dios lo adopta como su hijo y allí se convierte en una deidad. Esto es similar a otros personajes de la historia que murieron y al resucitar se hicieron una especie de dios, como Rómulo, fundador de Roma, o el propio Moisés del Antiguo Testamento. O sea, según Marco, Jesús se convierte en hijo de dios al resucitar. En Lucas y Mateo, en cambio, la divinidad de Jesús se hace presente en el momento del bautismo de Jesús, cuando se abren los cielos y baja el Espíritu Santo.
Y finalmente Juan, en su primer verso, ubica a Jesús al principio de los tiempos coexistiendo con Dios desde el vamos y se hace hombre después y es el propio Dios el que concibe a María la Virgen.


Esta tendencia cronológica de ir ubicando a la divinidad de Jesús cada vez más atrás en el tiempo según el autor del Evangelio que leamos, disparó toda una discusión durante los primeros siglos del cristianismo. Dos eruditos de Alejandría, Ario y su obispo superior Alejandro, presentaron las teorías más aceptadas para comienzos del siglo IV. Ario sostenía que Dios padre, el todo poderoso, creo a Jesús en un determinado momento del la historia y le dio su carácter divino, pero inferior en rango. Alejandro en cambio sostuvo que Dios y Jesús coexistieron siempre y con igual rango, o sea, son básicamente el mismo Dios. Estas dos interpretaciones tratan de conciliar con cierto raciocinio las contradictorias expresiones de los evangelios. En el Concilio de Nicea del año 325 se trató exclusivamente ambas interpretaciones. Y por una votación finita ganó la teoría de Alejandro. Y esa visión se volvió un Credo para el cristianismo “mainstream” que vino a continuación. En algún momento con más tiempo podemos profundizar en las corrientes de pensamiento previas a las teorías de Ario y Alejandro que son muy interesantes para comprender como se llega a esas dos propuestas zanjadas en Nicea.      

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