sábado, 6 de abril de 2019

VIAJE PERSONAL - Capítulo 1

PENSAR, LUEGO HABLAR
Aquí arranca mi viaje personal, un caprichoso derrotero de sucesos y explicaciones que intenta ubicarme en tiempo y espacio, en sentimientos y razones de vivir, entre otras minucias. Disfruté de armarlo a lo largo de toda una vida y trataré de mostrarlo a medida que lo voy dando forma porque si espero a terminarlo puede quedar entre los archivos como tantos otras iniciativas relegadas por otras iniciativas. Si sirve, bien, y si no me queda la satisfacción de haberlo intentado. Agua va.
Dicen los físicos que todo empezó con el Big Bang, el Gran Estallido. Este relato no. No voy tan atrás porque, a pesar de lo fascinante, excede largamente el objetivo de este caminar. Y todavía no lo tengo claro. Arrancamos mucho más cerca.
El lenguaje es algo que personalmente viví como esquivo y que en mi caso fue como quedar pataleando en medio de la pileta, soltando de una orilla mucho antes de saber si iba a alcanzar la otra. Esto ya lo mencioné en detalle en otro relato.(1) 
En algún momento de nuestra historia y que los académicos no coinciden en ubicar, nació el lenguaje. Yo, por ahora y quedando tranquilo con esta explicación, ubico su aparición de manera irruptiva, un evento singular que ocurrió aproximadamente hace 100 mil años. Hay autores que hablan de 400 mil, otros hasta 2 millones de años. Los "evolutivos" o gradualistas como dirían en economía. Mi conclusión viene de analizar fuentes tan diversas como Noam Chomsky(2), probablemente el mayor lingüista de la historia que aun podemos disfrutar por su longevidad y productividad como pensador, Charles Darwin, Carl Sagan y la Biblia(3), entre otras. Aclaro, de entrada, no soy especialista en ninguno de estos temas. Me interesé solo para responderme preguntas que surgieron por ahí y mi relato sigue los parámetros de un simple curioso, con todas las inconsistencias del caso. Sigo. 
Me late con fuerza que la irrupción del lenguaje fue un episodio violento y puntual, en términos evolutivos. No producto de milenios de evolución como tantas otras características sino un evento ocurrido en un período relativamente breve que produjo un salto en el proceso de evolución. 
Y aquí lo interesante. En nuestro imaginario y en la de la gran mayoría de los académicos incluso, el lenguaje lo vemos como una formidable herramienta de comunicación. Vine a descubrir que no lo es, o al menos, esa no es su función primordial. La comunicación sí es, en cambio, algo evolutivo y está presentes en primates e incluso en especies más alejadas genéticamente de nosotros. Y puede remontarse miles y millones de años. Gestos, señas, sonidos, sirven para comunicarse. Un árbitro mueve manos y brazos luego de sonar su silbato y comunica a un estadio qué acaba de cobrar. Comunica. Es un lenguaje, pero no es a lo que me refiero en este capítulo. Es comunicación. Lenguaje en el sentido que uso aquí ya se refiere al control y manejo de las cuerdas vocales, modulaciones, codificaciones y un grado de desarrollo que permite elaborar mensajes complejos. 
Esta herramienta nueva aparentemente hace eclosión entre los 70 y 40 mil años atrás. La habilidad para el lenguaje pasa a ser una característica propia de nuestro cerebro. Algo incorporado al hardware, para hacerlo entendible en términos actuales. Como respirar y hacer latir al corazón. Ahí está, incorporado en algún momento breve de nuestra evolución. 
Sirve para comunicar, para transmitir e intercambiar información con los semejantes. Pero esa no es su principal función. La comunicación ya existía y existe hoy entre los que no pueden expresarse empleando el lenguaje. La principal función del lenguaje es la de permitirnos pensar. Eso. Ordenar y dar forma a nuestros sueños, a nuestras ideas, a los miedos y fantasías. En eso empleamos el lenguaje el 95% de las veces. Y también para comunicarnos, en mucho menor grado. 
El cambio tan profundo y rápido que produjo esto requirió un rápido desarrollo de nuestro cerebro y el tamaño de nuestra cabeza. A tal punto que el resto de nuestra estructura ósea no pudo acompañar al mismo ritmo esta transformación. Y por eso hoy el hombre es la única especie cuyas hembras tienen partos tan dolorosos. No están adaptadas para la cabeza tan grande de sus crías. Evolucionamos así de desparejos. 
En el Génesis, luego que Eva come del "árbol del conocimiento", es expulsada junto con su pareja del paraíso y uno de los castigos que le impone Dios es "parir con dolor". Y sí, es la condena por alimentarse de conocimiento. 
Eso fue y es el lenguaje para mí. Es una herramienta para sumergirse en lo más profundo de nuestra propia mente, explorarla, alimentarla, usarla para todas las maravillosas funciones para la que fue concebida. Mientras que por miles de años pudimos, junto a muchos otros animales, admirar el paisaje, la naturaleza, la infinidad del cielo, asustarnos del fuego, cuidarnos de las caídas, de los depredadores, del agua, gozar del calor, alimentarnos y socializar, el lenguaje nos abrió las puertas de todo un universo nuevo: nuestro universo interior. Así, para mí, nacimos como homo sapiens. El hombre sabio abrió sus ojos. 
1. http://luisoctaviocorvalan1.blogspot.com/…/el-machado-que-h…
2. https://www.newscientist.com/…/2078294-why-only-us-the-lan…/
3. http://luisoctaviocorvalan1.blogspot.com/…/la-percepcion.ht…

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